Trabajando con Lupe sobre el Plan Estratégico
Camino, buscando las aceras soleadas, hacia la lejana aula
de Aprender Trabajando. Manolo y yo hemos quedado para extraer de nuestras jóvenes promesas todas y cada una de las
aportaciones posibles a nuestro futuro plan estratégico. Podamos, estrujamos y predigerimos el texto
para facilitar la tarea a nuestros chicos y ¡allá vamos!, a ver qué sale.
Apasionados, agradecen lo que la Fundación les aporta,
debaten, disparan ideas, levantan la mano o hablan todos a la vez: ¡cambiar la
“mente gitana” para que prioricen otro “planteamiento de vida”!,¡ montar una
caseta en la feria para recaudar dinero!, ¡sensibilizar a los payos para que
vean que todos los gitanos no somos iguales!…. Manolo, despeinado, atento y
silencioso, actúa como secretario y caza las propuestas como moscas al vuelo dejándolas
transcritas a esas hormigas que él escribe, ¿lo entiendes? Absolutamente nada,
Manolo.
Acabamos, me despido, y marcho feliz contagiada de todas
esas ganas e ilusión que tienen estos chicos de mejorar su cachito del mundo. Y
porque después de tantos años trabajando con gitanos, sé que efectivamente lo
van a conseguir. Camino, buscando las aceras con sombra, cuando una idea
delirante y recurrente comienza a asaltarme: cómo sería ese hospital en el que
absolutamente todo el mundo fuese gitano. Intrigada, camino y pienso cómo me
gustaría leer unas redacciones de este grupo sobre ese tema. Se lo tengo que pedir a Manolo.
¡Hasta la próxima! Un placer.
Lupe.
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